martes, 6 de julio de 2010

Vivo rodeado de muñecos.

Vivo rodeado de muñecos; muñecos pequeños, de guerra, muñecos antiguos y rescatados de cajas enmohecidas. Vivo rodeado de muñecos; muñecos insalbables, lavados, sin brazos, algunos sin piernas, otros, a fuerza del destino, recostados en una esquina, lejos de mi vista, pero presentes, sin claudicar aún.

Vivo rodeado de muñecos; muñecos tristes, muñecos con alguna pinta en el cuerpo, con los cabellos despintados y articulaciones de plástico casi inserbibles.

Vivo rodeado de muñecos; los que use de pequeño, los que me acompañaron en largas tardes y noches de incansable imaginación y que saben más de mi que yo mismo.

Vivo rodeado de ellos, que me observan, que me acompañan, esos, que no mencionan palabra pero estan presentes, que intuyen que nunca los dejaré y que aunque decida salir de viaje o aterrizar en otras distancias, siempre los tendré presentes y sabré darles su espacio.

Vivo rodeado de muñecos, los perfectos, los imperfectos, los zagaces, con los que vencí en batallas, con los que me sentí abergonzado, esos que me permitieron decir más cosas de las que tenía en mente.

Vivo rodeado de muñecos; y aunque pase el tiempo y los años se lleven la experiencia impreganada en cada uno de esos silentes personajes, ellos están ahí, y mantienen sus largas tardes de tertulia cuando están solos.

Y cuando yo me despierto siempre me observan deseandome los buenos días.

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