viernes, 22 de enero de 2010

Caminar...

"Caminar por las calles no siempre es aburrido, pero días como hoy, en que la tristeza te llena la vida y tienes una necesidad de estar con alguien, caminar por las calles se hace lo más aburrido que existe.

Sentir unos labios, acariciar unas manos o simplemente dejar que alguien te escuche y no diga nada, es lo que más quiero ahora. Necesito un amor, alguien que no se haga al idiota y días después desaparezca de mi vida, quiero a alguien que soporte mi sinceridad y sea tan sincero como yo".

Caminaba por la bajadita a la playa y por dentro tenía las ganas de gritar. Siempre veía a las parejas y se preguntaba porque a ella no le pasaba lo mismo, porque no llegaba el amor a su vida y la hacía feliz.

A veces, el silencio la consolaba y sonreír a la nada se hacía necesario. Como hoy, en que estaba tan triste y se sentía tan sola que lo único que deseaba era llegar al mar y lanzarse en las piedras. Quería sentir el amor junto a ella, pero lo veía tan lejano, como aquellas olas que explotaban a lo lejos, en el mar rodeado por hormigas con tabla.



miércoles, 20 de enero de 2010

Buceando en el mar.

Dejó de lado la rutina de todos los días, las tareas en el trabajo, al jefe que le sonreía con mueca hipócrita. Vio los gastos que tenía que hacer mensuales y se dijo: porqué carajo he llegado al estado en que le debo a una tarjeta de crédito tanta plata. Luego recordó que un par de años anteriores fue un despilfarrador de dinero que por su famosa frase "ya lo pagaré" se había llenado de deudas. Aunque también, y para bajar un poco ese cargo de conciencia, se acordó que un banco, con un interés altísimo le había comprado la deuda, pero !se la había comprado al fin y al cabo!.

Que jodido era eso de ir a varios bancos para tratar de amortizar una deuda que si no bajaba por un lado, subía por el otro y se transformaba en una cadena de nunca acabar.

Estaba con toda la mierda rondando por la cabeza, con la membrecía del gimnasio que se le había terminado y una chica que no le interesaba en absoluto salir con él, cuando le vino a la mente 2 cosas: o se mataba de una vez por todas o empezaba a correr riezgos. Decidió ir por el segundo camino: vencer su primer miedo, el mar.

Le era jodidísimo vencer ese miedo que toda la vida lo había aterrado, pero sin más que perder, se lanzó a la aventura, tomaría clases de surf y sería como esos locos que estaban con su tabla lejos de la orilla.

No le quedaba otra, o seguir siendo el mismo miedoso de siempre que lo había acompañado desde chiquito. Se puso sus audífonos, y empezó a caminar rumbo a la playa. Fito paez lo acompañó en el camino.

martes, 19 de enero de 2010

Tu mirada infinita.

Observaba todo desde la orilla de aquel acantilado. En sus manos llevaba una rosa negra. No sabía porqué la había llevado hasta ahí y porqué la había pintado con lapicero negro si se veía tan linda roja. Se sentía sola y las canciones repetitibas de su Ipod le daban asco. ¿Cuando las cambiaría?.

Venían a su mente muchas imágenes. Los años que se le pasaban como las pastillas todas las mañanas y la primera cana que le había salido. Nunca tuvo una cana pero comenzando el año le había venido la primera.

Observaba a la gente que pasaba, por lo general turistas que bajaban de buses gigantes y quiso ser extranjera sin deudas por un momento. Cogió su Ipod y avanzó las canciones hasta que llegó a una de Fito Paez. Le gustaba tanto que quiso escuchala sin distracciones. Vio a los surfers que se movían como hormigas entre las olas de la playa Makaha y se dejó llevar. Algún día aparecería su amor, pero aún no sabía donde estaba. Se concentró en una de las hormigas que estaban en el mar y soñó que estaba enamorada de él. Que tendría por fin una razón para vivir feliz. Y sobre todo, por alguien.