martes, 6 de julio de 2010

Observando debajo de una hoja seca

Las hojas secas no son iguales. Hay hojas en todas partes del mundo y las de este parque no tienen la misma forma que la de los otros parques. Cada una cumple con destino y con un estátus.

Esconderse debajo de una hoja seca requiere una preparación acorde del tiempo.

Si es verano, el cuerpo deberá ser propenso a los contorsionismos y los movimientos facilmente articulables, por lo que la pierna encajará - casi de forma perfecta - en el hombro y la cabeza se esconderá por el pecho.

La hoja seca, como un manto con multiples raices internas, se encargará de cubrir aquellos intentos por mantenerse debajo de ella.

Si es invierno, en cambio, el frío y el rocío de lluvia del jardín impedirán un poco la tarea, haràn tiritar por breves lapsos de tiempo, pero al final siempre se cumple con la meta.

Aunque volver al estado original después de ensamblarse tanto trae de por si retorsijones o algún estiramiento pocas veces recuperable.

Estar debajo de una hoja seca es un trabajo de años.

Pero la recompensa perpetuará las conversaciones y los recuerdos con matices mártires de aquellos que, creyendo en tentativa, lo pudieron lograr.

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